Desde que nos levantamos, Europa está presente. El etiquetado la leche y las galletas que tomamos cada mañana vienen determinados por Bruselas, también la calidad mínima del agua que usamos en la ducha, o los estándares laborales que hacen que este lunes ya todos tengamos que fichar a la entrada y la salida del trabajo.
"Nos afecta prácticamente en todo, Europa es un proyecto común que nació con unas características y que ahora ha ido subiendo", ha dicho Alfredo Rodríguez, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Camilo José Cela
Hasta el 80% de las normas que se aprueban en España dependen directa o indirectamente de la Unión. Excepto en Derecho Penal, las directivas de Bruselas sirven de base para legislar en todas las materias.
"Es una normativa genérica que los países tienen que trasponer a su derecho interno en dos años", apunta Julio Frutos, analista de CCEuropa.
Sin embargo, la influencia de Bruselas quedar lejos para la mayoría de los ciudadanos. Según el CIS, el 70% no está interesado en lo que ocurre allí. "En ocasiones, los responsables políticos acusan a Bruselas de imponer determinadas medidas, pero no se hace pedagogía, no se explican los suficiente otras medidas beneficiosas", añade Frutos.
En los cinco años que dure su nuevo mandato, el Europarlamento seguirá colegislando. En medioambiente, seguirán reduciendo los límites de las emisiones de dióxido de carbono en coches y los plásticos de un solo uso. En migración, reforzarán las fronteras como Ceuta y Melilla y la guardia costera en el Mediterráneo. Mientras, en Internet, trabajarán por garantizar la confidencialidad de emails y conversaciones privadas.
Temas cotidianos sobre los que 420 millones de europeos deciden.