Las elecciones europeas ponen en peligro la autoridad de Merkel, en la cuerda floja por el frenazo económico alemán. Y en Francia el problema enquistado de Macron tienen nombre propio: los chalecos amarillos.
Son factores nacionales que podrían llevar a la derrota en las elecciones europeas a los gobiernos de cada país: "Un cabreo que muchas veces no tiene un objetivo claro, pero que suele dirigirse a instituciones, al establishment, a los que están en el poder", explica Andrea Betti, profesor de RRII de la Pontificia de Comillas.
El ajuste de cuentas en las urnas también pueden sufrirlo los populistas. En Italia, Salvini lleva ya un año de gobierno sin lograr que remonte la economía.
Hay encuestas que dan hasta el 30% de la cámara en Bruselas a los euroescépticos. Eso les permitiría marcar la agenda y bloquear negociaciones. Obligaría también a un gran pacto del resto de formaciones europeístas, a modo de cordón sanitario: "Siempre intentan evitar estos acuerdos porque se teme que no gusten a opinión pública", asegura Betti.
Estas elecciones son también un plebiscito sobre el futuro de la Unión. Según una encuesta la mitad de los europeos ve realista que en 20 años la UE desaparezca. Un camino abierto por el Brexit en Reino Unido.
"Un claro ejemplo de como un tema que no es necesariamente la primera preocupación de los ciudadanos fue poniendo en el centro de la agenda política hasta distorsionar toda la agenda política de reino unido" cuenta Pol Morillas, director de CIDOB.
Según las encuestas, el Partido del Brexit de Nigel Farage lograría 34 escaños, uno más que la suma de laboristas y conservadores. Además, si no hay Brexit, el Gobierno británico tendría que proponer un candidato para la Comisión Europea. Algo que podría no cumplirse, si se elige a candidatos de partidos eurófobos.