No hace tanto que ha amanecido en la playa de las Canteras pero el paseo marítimo ya está lleno de señores que, en pantalón corto y camisa abierta hasta el ombligo, andan con un destartalado movimiento de brazos que imprime velocidad a sus pasos. A esas edades se guardan bien de que ya no les salpiquen las enrabietadas olas por las que, un par de metros más abajo, jóvenes en neopreno compiten a cara de perro para subirse a la que más lejos les lleve.

Ondea la bandera roja y ambas escenas evocan pasajes políticos. De hace no tanto, uno; de ahora mismo, el otro. Pero también puede ser que en estos días de sobredosis electoral todo parezca política aunque esté muy lejos de serlo.

Sí lo es, sin embargo, la causa de dos mujeres que llegan con camisetas verdes al mitin de Podemos en Las Palmas, en una plaza desde la que aún se puede ver a los surferos.

Son Kelis. Camareras de hoteles a las que Pablo Iglesias recibe antes de subirse al escenario. Contratos de dos horas. Despidos por enfermedad o embarazo. 400 habitaciones como una patena cada mes para poder ganar 800 euros.

Iglesias coge el micro, promete convertir a Canarias en referente de energías renovables y de empleos dignos. Y añade que en Podemos pueden cometer errores pero jamás se equivocan de bando.

Un padre y su hijo escuchan atentamente y también llevan camisetas verdes. Estas, del Real Betis Balompié. "Soy del Betis y de Podemos", parece que se excusa. Y aunque ya no dice nada más, es como si se le hubiera quedado entre los labios el remate: "manquepierdan".