No hubo que esperar: la visita de los líderes de los cuatro principales partidos políticos al edificio de Atresmedia se ha convertido en toda una declaración de intenciones; al menos, así lo ha intentado demostrar Pablo Iglesias en su llegada al debate a cuatro. Lo ha hecho en taxi, a diferencia de los otros candidatos, en un claro guiño a un colectivo que ha protagonizado las principales manifestaciones del último año en España por los recortes y la precariedad en el sector.
También lo ha hecho Pablo Casado, que a su llegada a la casa de la cadena ha aprovechado para acercarse a saludar a un grupo de funcionarios de prisiones, que han recibido al presidente del Partido Popular al grito de "presidente". Los candidatos del PP y de Unidos Podemos no han sido los únicos en ser arropados a su llegada al debate. Albert Rivera ha recibido el apoyo de un grupo de manifestantes de la Jusapol, el sindicato que reclama la equiparación salarial entre la Policía Nacional y la Guardia Civil, que se ha acercado a las inmediaciones del edificio.
Poco después, ya inmersos en el encuentro, se ha confirmado lo que ya apuntaban los expertos. El Debate Decisivo ha acentuado la división de los cuatro grandes partidos que concurren en las elecciones generales del 28 de abril en dos grandes bloques que tienen como objetivo sumar para hacerse de forma conjunta con el control del Gobierno de España.
No solo eso. A diferencia del encuentro que tuvo lugar en Televisión Española 24 horas antes, en esta ocasión Pedro Sánchez, Pablo Casado, Pablo Iglesias y Albert Rivera se han mostrado mucho más 'agresivos' en sus intervenciones, aprovechando casi cada oportunidad que tenían para cargar contra sus rivales políticos y contraargumentar sus propuestas.
El ejemplo más claro a este respecto se ha dado, nuevamente, cuando ha entrado en el debate la cuestión catalana -si bien la primera pregunta iba enfocada al empleo-, materia en la que el Gobierno del PSOE ha sido duramente criticado por el PP y Ciudadanos, que han preguntado al presidente del Gobierno si iba a indultar a los políticos encausados en el juicio del 'procés'.
"No es no y nunca es nunca", ha dicho Pedro Sánchez a Albert Rivera después de que el presidente de Ciudadanos haya vuelto a afirmar que el líder de los socialistas ha pactado con los independentistas; una crítica a la que también se ha sumado Casado. Si bien es cierto que los líderes políticos han dirigido sus ataques tanto a sus rivales como a sus posibles socios de Gobierno tras el 28A, las declaraciones de los cuatro han evidenciado sus preferencias de cara a los posibles acuerdos postelectorales que se den según los resultados que arrojen los comicios generales.
La prueba se ha dado con las palabras de Pedro Sánchez, que ha anunciado que no entra en sus "planes" pactar con Rivera. Pablo Iglesias se ha mostrado crítico con esta respuesta al entender que no descarta totalmente esta coalición. "Hay ya una realidad en España: se han acabado los gobiernos de un único partido", ha afirmado Iglesias, que ha añadido: "Estamos dispuestos a pactar con el PSOE".
En la misma línea se han movido Albert Rivera y Pablo Casado, que han mostrado buena sintonía ante la posibilidad de un acuerdo de gobierno sin dan los números, pero con una llamativa agresividad propia de quienes disputan el liderazgo de un bloque. Así se ha podido observar en los dardos, las críticas y las acusaciones que se han lanzado ambos candidatos, especialmente en la segunda parte del debate.
En general, el tono de los candidatos se ha endurecido con notoriedad respecto a su último encuentro en Televisión Española, y no solo en lo que se refiere a la situación en Cataluña. Casado, que ha estado más activo esta ocasión, ha sido duramente criticado por su postura en la ley del aborto. Además, como presidente del PP, ha tenido que aguantar duras palabras sobre la corrupción de su partido, una sombra que no acaba de conseguir que se despeje ni con su gestión.
Pero palos ha habido para los cuatro candidatos. A Albert Rivera, que ha participado en casi todos los encontronazos del debate que se han dado en su primera parte, ha llegado a llamarle la atención Pablo Iglesias, quien ha dicho del dirigente de la formación naranja que es un "impertinente y maleducado" por interrumpir en los turnos de palabra del resto de ponentes. Además, le han recordado sus pactos con Vox, partido escasamente nombrado, en Andalucía para denunciar su decisiones políticas en cuestiones de Gobierno.
A Sánchez le han golpeado con los casos de corrupción de su partido, que le han mostrado en forma de larga lista, con los socios de Gobierno que PP y Ciudadanos le acusan de usar para continuar en el poder y con su gestión económica. Iglesias, por el contrario, parece haber salido ileso de los rifirrafes entre el resto de candidatos, lo que le ha permitido llevar la voz cantante en varias ocasiones, llamando al diálogo para llegar a acuerdos en materias concretas como la violencia de género o la eutanasia.
Pese a que los cuatro candidatos han reclamado el voto para su partido durante el minuto de oro, el debate ha finalizado con un claro posicionamiento de las formaciones en dos bloques representativos (PP y Ciudadanos por un lado, PSOE y Unidas Podemos por otro) de cara a la celebración de unas elecciones que se antojan más disputadas que nunca. De momento, los números de las encuestas no señalan un claro ganador, pero quizá este debate haya provocado una movilización del voto entre los indecisos, que aún representan el 21%.