Votar o no también puede ser cuestión de dinero. Los vecinos de los barrios más humildes se abstienen más en las elecciones que aquellos que viven en lugares más adinerados.
Por ejemplo, en las pasadas elecciones más de la mitad de los vecinos de las 3.000 viviendas de Sevilla no acudieron a votar. Al igual que en el barrio de San Cristóbal de los Ángeles, en Madrid, donde la renta media por habitante no llega a los 20.000 euros anuales.
Sin embargo, en el Viso, también en Madrid, donde la renta media de cada uno de los vecinos supera los 100.000 euros anuales, más del 80% de los vecinos fueron a votar.
Lluis Orriols, profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III, explica que a la hora de votar hay dos factores a señalar: "Hay un elemento individual que es que cuando se tienen menos recursos menos se participa. Pero también hay una dimensión social: el hecho de que se viva en un barrio pobre genera que haya menos activismo, menos redes".
En las últimas elecciones generales, los barrios con rentas más bajas se abstuvieron el doble que los acomodados. Un electorado que comparte algo más que el nivel de renta: "La carencia económica va casi siempre asociada a carencias en el plano de la salud, de la educación, de la vivienda y del empleo". En definitiva, la exclusión social, explica Braulio Gómez, doctor en Ciencia Política y Sociología.
Los políticos no se acercan a esos electores de barrios con rentas más bajas: "Ningún partido invierte recursos ni estrategia para ver cómo acercarse a esas barriadas", indica Gómez.
Y la abstención genera consecuencias en la representación. "Provoca que haya un sesgo. Que haya bolsas de población que no participen provoca que algunos tengan más voz que otros", argumenta Orriols.
Según el último barómetro de laSexta, un 9% de los votantes ya ha decidido que se abstendrá en las próximas elecciones y un 10% de los electores todavía no sabe si votara el próximo domingo.