Una visita de estado con la que se busca abrir al jamón ibérico y a las uvas españolas el mercado chino, con 1.400 millones de personas. Con una sonrisa, un apretón de manos de cinco segundos y un "bienvenido a España", Pedro Sánchez ha recibido en Moncloa al presidente chino Xi Jimping, al que posteriormente ha agradecido la visita.
A primera hora era acogido con honores en el Palacio Real, donde todo estaba cuidado al milímetro, salvo el frío. Sonaban los himnos nacionales y, junto al rey, ambos han pasado revista y han puesto rumbo al Ayuntamiento de Madrid, donde Manuela Carmena le ha entregado las llaves de la ciudad.
Ante la previsión del paso de la comitiva por la Puerta del Sol, han eliminado de su vista todo lo susceptible de ofensa, como la imagen de Winnie The Pooh: dibujo utilizado por la oposición china para burlarse del presidente por su parecido. La policía ha pedido al hombre que suele disfrazarse que hoy no lo hiciera.
Xi Jimping ha estado blindado con helicópteros, francotiradores y protección personal, incluso alrededor de su coche, hasta llegar al Senado. Una visita que no ha sentado bien a todos. Es el caso de Jan Oloriz, diputado de Esquerra Republicana que ha asegurado que "la política no es reunirse con un dictador". A este discurso se ha unido Ciudadanos, cuyo secretario general, José Manuel Villegas, ha afirmado: "Es un país donde no se respetan los Derechos Humanos".
Sobre la mesa, muchos acuerdos en la reunión con empresarios y las firmas, con todo el protocolo, por parte de algunos ministros de Sánchez con sus homólogos para, posteriormente, dar paso al brindis y al almuerzo con un invitado especial: el jamón ibérico como aperitivo que, al parecer, ha encantado al presidente chino.