Exhumar los restos de Franco lo crispó tanto como para querer disparar contra Pedro Sánchez. Puso el punto de mira en él.
Y lo tenía todo para hacerlo: el arsenal, la formación como tirador y no estar fichado por la Policía. Manuel Murillo Sánchez, de 63 años, era a ojos de la Policía un lobo solitario de Terrassa. "Manifestó que estaba dispuesto a sacrificarse por España sin importarle las consecuencias", afirma Albert Oliva, inspector de Mossos d'Esquadra.
El 19 de septiembre los Mossos registran su domicilio y lo detienen. Ahí encuentran el arsenal: 16 armas de fuego, incluido un fusil de asalto militar, un subfusil y cuatro rifles de alta precisión capaces de acertar un blanco a 1.500 metros.
Entrenaba su puntería en el Club de Tiro de Terrassa y al parecer le quedaba por perfeccionar. "No era de los mejores tiradores. Era más bien mediocre", explica Manuel Moreno, presidente del Club de Tiro de Terrasa.
Vigilante de seguridad privada con licencia de armas, otra de sus aficiones era el atletismo. "Todos pensaban que estaba como una cabra, siempre decía que iba a batir el récord", señala José Pérez, expresidente de la Unió Esportiva Rubí.
Lo delató su ansia ultraderechista. En redes sociales pidió ayuda logística para su plan. Lejos de encontrarla lo delataron. Una dirigente local de Vox alertó a las autoridades. El hijo del último alcalde franquista de Rubí heredó las ganas de disparar.