Las defunciones en 2020 crecieron un 17,7% con respecto al año anterior, registrándose un incremento de 75.305 fallecimientos en comparación con 2019. 492.930 personas totales perdieron la vida en el conjunto.
El aumento de la mortalidad en España ha hecho que la esperanza de vida disminuya en 1,24 años, situándose en 82,34 años. También implica que el crecimiento vegetativo –la diferencia entre nacimientos y defunciones- sea negativo, situándose en 153.167 personas, frente a las 57.146 de 2019.
En la estadística sobre el movimiento natural de población, el INE no especifica a qué se debió el exceso de fallecimientos, pero los datos del Ministerio de Sanidad ya constataron que hasta el 31 de diciembre de 2020 habían muerto 51.078 españoles por el COVID. El crecimiento de defunciones estalló en marzo, pasando de un descenso de muertes del 3,2% en febrero a un aumento del 56,8% en marzo –en comparación con el mismo mes del año anterior-.
En abril la cifra aumentó hasta el 78,2%, récord del año 2020, y experimentó una acusada bajada con el fin del confinamiento: en mayo la cifra cayó hasta el 3,4%, y en junio, del 3,7%. Las siguientes olas provocaron repuntes en las defunciones, con aumentos del 13,5% en agosto, del 14,5% en septiembre, del 21% en octubre, del 21,6% en noviembre y del 13,1% en diciembre.
El pico más alto de defunciones se alcanzó en Madrid, con un incremento del 41,2% y un conteo de defunciones totales de 66.583 muertes. Le siguen Castilla-La Mancha (32,3% y 27.761 casos), Castilla y León (26,0% y 36.177 fallecidos) y Cataluña, que registró 79.685 y un porcentaje del 23,5%.
Por el contrario, en la parte más baja de la tabla se situaron Canarias (4,2%), Galicia (5,0%), la Región de Murcia (5,8) y Baleares (7,1%).
El INE aporta también la estadística de defunciones por grupos de edad. Las mayores subidas fueron entre mayores de 60 años, con la cota más alta entre personas de 75 y 79 años (24%) junto a las que tenían de 95 a 99 años (22,3%) y entre 90 y 94 (21%).