Por segundo año consecutivo, el movimiento feminista ha acudido dividido a las manifestaciones del 8M. La imagen que dejó el colectivo en los años 2018 y 2019, de unidad total y de manifestaciones históricas, con huelga general incluida, lamentablemente este año tampoco se ha podido repetir. Madrid, Valencia, Sevilla, Palma de Mallorca o Santiago de Compostela son algunas de las ciudades en las que ha habido más de una marcha.
Si hablamos de diferencias, los colectivos que organizan estas movilizaciones tienen bastante claras sus discrepancias: unas son a favor de la ley trans y otras contrarias; unas mantienen posturas abolicionistas y otras no. Gritos como "Mi amiga tiene pito", "Irene, valiente, aquí está tu gente", "Con Carmen Calvo no estamos a salvo", "Sin las trans no hay feminismo", "No es un sentimiento ser mujer" o "Irene traidora nos has vendido a todas", han reflejado a la perfección el conflicto que se libra dentro del mismo movimiento.
Precisamente, las recientes aprobadas Ley para la Igualdad real y efectiva de laspersonas transy la Ley de Libertad Sexual (más conocida como ley del 'solo sí es sí') están siendo motivo de discordia dentro del colectivo, y dentro incluso del propio Gobierno que las ha aprobado.
Diferentes puntos de vista que han quedado enteramente expuestas este martes, en la votación de la tramitación de la propuesta que el PSOE presentó para reformar la ley del 'solo sí es sí' —y lo que ha seguido a ésta— . Una iniciativa que ha salido adelante en el Congreso de los Diputados con le apoyo del Partido Popular y Ciudadanos, entre otros, y la oposición de los socios de Gobierno, Unidas Podemos, y de algunos de los socios de investidura.
Tras un debate cargado de reproches en ambas direcciones, con Unidas Podemos acusando al PSOE de "traicionar al feminismo" y los socialistas llegando a tachar de "impresentables" a los miembros de la formación morada, la confrontación en el Gobierno no ha conseguido rebajarse. Ni siquiera un 8M.
Pero lo importante, por no perder el foco, es que las mujeres ha salido masivamente a las calles en este Día Internacional de la Mujer, salpicando toda la geografía española del representativo color morado, para gritar alto y claro que la lucha feminista no ha terminado. Desde cualquier punto del país, miles de voces se han erguido contra el machismo. Unas 27.000 personas en Madrid, otras 40.000 en Barcelona, 20.000 en Bilbao o 16.000 asistentes en Valencia, según fuentes de las respectivas delegaciones de Gobierno y las fuentes policiales.
Una visión de "unidad", en mitad de esta tormenta, que han querido transmitir desde el Ejecutivo, acudiendo tanto el PSOE como Unidas Podemos a la misma manifestación en Madrid, aunque cada uno con su pancarta.
"Suele ser frecuente que haya convocatorias del 8M con dos o tres núcleos. Vamos cada uno con su pancarta, como siempre, y damos imagen unitaria del movimiento", ha dicho, restando importancia al asunto, María Jesús Montero, vicesecretaria general del PSOE. "Nuestra rivalidad no está dentro de las mujeres, sino fuera, en los que niegan machismo o ponen excusas para los avances", ha reivindicado desde la primera línea de la pancarta socialista. Junto a ella, las ministras Carolina Darias, Raquel Sánchez, Isabel Rodríguez, Nadia Calviño, Pilar Llop, Reyes Maroto y Diana Morant.
Encabezando la pancarta de Unidas Podemos, la ministra de Igualdad, Irene Montero, ha centrado su mensaje en reclamar la inclusividad del feminismo trans en el movimiento: "Ser una mujer es tener más posibilidades de sufrir discriminación. Las mujeres trans van de la mano con nosotras".
Con todo, socialistas y morados hoy han confirmado su intención de que el Gobierno acabe la legislatura, y parece que la fractura que divide a los socios en algunos temas no es tan profunda como para romper la coalición. Tampoco las divisiones en el movimiento feminista han conseguido que la jornada de reivindicación quedase empañada por losescasos altercados que este miércoles se han dado. Un 8M más, la lucha de las mujeres ha triunfado.