Es su sillón y lleva su nombre, pero Francisco Camps no frecuenta mucho las cortes valencianas. Es diputado raso, no toma decisiones, no participa en ninguna decisión y tampoco cobra.

El expresidente es miembro del Consejo Consultivo de Valencia, acude casi todos los días a su despacho, participa en una reunión semanal y cobra al año 60.000 euros por este puesto.

En su última entrevista, habló después de quedar absuelto en el caso de los trajes. Desde el PP, creían en su vuelta a la política. Pero ya no hay halagos ni tampoco aplausos para Camps.

Camps no se deja ver pero los valencianos han recibido su herencia. Están pagando la deuda de tres clubes de fútbol, 118 millones de euros y también su entusiamo por la Fórmula Uno.

Las tres cajas valencianas, politizadas en la era Camps, también son un lastre para los ciudadanos. Camps es un hombre desaparecido pero el caso Noós podría devolverle al lado más oscuro de su vida pública.