Catalina Muñoz fue fusilada y enterrada en cal viva en Palencia hace 83 años. Décadas después, según ha revelado 'El País', el hallazgo de un sonajero junto a su cadáver ha permitido a su hijo, el bebé que ella consolaba con ese juguete y que ni siquiera conserva una foto suya, saber dónde fue enterrada.
En agosto de 2011, un grupo de arqueólogos localizó los restos de Catalina bajo un parque infantil de Palencia, que antes fue un cementerio. Junto a su cuerpo había enterrado un sonajero de plástico, que el etnógrafo Fermín Leizaola reconoció como propio de la época.
Catalina fue condenada a muerte a los 37 años por rebelión militar, por unas "manifestaciones públicas" por las que fue acusada, según explica Pablo García Colmenares, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Palencia
En el momento de su arresto, llevaba en brazos al menor de sus hijos, de tan solo nueve meses. Probablemente llevaba también el juguete en el bolsillo de su delantal. "Cuando llegó el momento terrible de llevársela, lo tenía metido en el bolsillo del mandil", explica Fermín Leizaola.
Un sonajero que hoy ha devuelto la memoria a ese niño que arrebataron de sus brazos para ejecutarla, hoy ya anciano. Martín de la Torre tiene 83 años y no recuerda el rostro de su madre, pero el hallazgo ha descubierto al menos cómo y dónde fue enterrada.
El tema es tan doloroso para él que no puede hablar, según explica Pablo García Colmenares. No llegó a conocer a su madre y ni siquiera tiene una foto de ella.
Ahora, la hija de Martín lucha por recuperar los restos de su abuela y prepara una urna para guardar el sonajero, que 83 años después podría volver a las manos envejecidas del niño al que perteneció, que hoy solo sueña con recuperar los restos de su madre antes de fallecer.