Hace seis meses, recién nombrado presidente del PP, Pablo Casado ya proclamaba su intención de rearmarse ideológicamente. "Este el partido que va a liderar la España de los balcones, de las banderas", ha manifestado, con el objetivo de reconectar con una parte del electorado.
"Lo urgente para este nuevo líder es recuperar esos votantes de centroderecha y derecha", afirma Lluís Orriols, politólogo y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid.
Por su parte, Pablo Simón, politólogo y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, dice que "con sus mensajes, Casado quiere hacerse perdonar por la gestión de Rajoy".
El nuevo líder del PP sitúa como eje vertebrador de su mensaje la unidad de España. En este sentido, se refirió en octubre de 2018 a Sánchez como "partícipe de un golpe de Estado".
Las ideas del partido, las más sociales, las reformula, con términos como "violencia doméstica" o "violencia intrafamiliar".
Casado cambia el lenguaje porque, según explica Pablo Simón, "piensa que la mejor forma de yugular el crecimiento de Vox es girando hacia posiciones mucho más duras".
Endurece el tono y negocia y pacta abiertamente con Vox para sumar mayorías, pero manteniendo distancias y reivindicando su discurso como el genuino. "Son Ciudadanos y Vox los que imitan al PP, pero el original es el Partido Popular", declaró Casado.
Todo para lograr un propósito reconocido el presidente del PP: "Fuimos un proyecto hegemónico en el centroderecha y aspiro a recuperarlo".
Una estrategia con sentido, pero con riesgo, según los expertos: "Cuanto más se escore a la derecha para taponar a Vox, más potenciales votantes de centroderecha pueden desertar sus filas en favor de Ciudadanos".
Tendrá que hacer equilibrios, explican, porque la competición seguirá siendo a tres.