El de Escrivá es un perfil eminentemente técnico. Un hombre obsesionado por los datos, según sus colaboradores más cercanos. Pero detrás del economista serio se esconde alguien con un gran sentido del humor. Durante sus años como ministro ha dejado momentos como estos en los que nos ha dejado ver su lado más informal y cercano.

Una de las anécdotas más virales y recordadas del ministro fue cuando, durante un acto de la Fundación MAPFRE, el ministro se propuso a echarse agua. Instantes antes, una azafata había situado una botella en un hueco del atril del político.

Sin embargo, el ministro tuvo una pequeña confusión y, al sacar la botella del lugar en el que estaba ubicada, pensó que se trataba de un vaso. No obstante, era un pequeño habitáculo del atril imposible de llevarse a la boca.

Lejos de ocultarlo, el propio Escrivá no dudaba en reírse la situación al ver el hueco del atril relleno de agua: "Esto no es... me parecía complejo", bromeaba antes de romper a carcajadas y descubrir que poseía un vaso debajo del atril.

"Yo tengo mala relación con los vasos de agua", confesaba Escrivá, quien tampoco debe de tener buena relación con los micrófonos, su herramienta casi diaria.

Aunque él siempre sabe improvisar. Esté donde esté y lo llame quien lo llame. En una ocasión, cuando el ministro estaba en una ponencia 'Next Generation UE explicando a los asistentes la reforma laboral del Gobierno, la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, le llamó.

"Yolanda, estoy en este momento... estoy aquí explicando la reforma laboral...", le dijo el ministro, que cogió la llamada en mitad de la conferencia.

En ese momento lo asistentes se arrancaron en un aplauso espontáneo y el ministro acercó el teléfono para que Díaz pudiera escuchar la ovación. "Te están aplaudiendo Yolanda, hablamos en un rato", le dijo. "Perdón, esto no estaba preparado", aseguró Escrivá entre risas.

Incluso teniendo a la reina delante, Escrivá muestra siempre su naturalidad y espontaneidad. Un José Luis Escrivá que a veces se hace un poco de lío, como cuando dijo que "la gente se empeña en buscarle las 3 patas al gato cuando tiene 2"; pero que sabe reírse hasta de él mismo.

En una ocasión reconoció que había "destrozado las gafas". "Ahora voy a tener que ir al Congreso, no voy a poder ver el reloj y no voy a saber cuándo son los dos minutos y medio", bromeó.