Las ciudades buscan evitar grandes aglomeraciones en el transporte público, siendo la bicicleta su mayor aliada. Barcelona ha sido una de las ciudades que ha hecho una apuesta más decidida por esa nueva movilidad tras la pandemia.
La Ciudad Condal ha habilitado 21 kilómetros de carril bici provisional y desde febrero, en dos de cada tres calles, los coches comparten espacio con los ciclistas y no pueden superar los 30 kilómetros por hora. En el área metropolitana se van a construir más de 70 kilómetros de carril bici.
En 50 calles de Zaragoza, el Ayuntamiento ha dado prioridad a pedales y patinetes en el carril derecho, sumando más de 80 kilómetros ciclables. En A Coruña, se consolidan zonas peatonales creadas durante la pandemia, mientras que en otras ciudades van a ampliar las marquesinas de autobús, un vehículo que también se adapta con mámparas entre asientos, sistemas de desinfección y cámaras que miden la temperatura y detectan si el pasajero lleva mascarilla.
En el Metro de Madrid, por ejemplo, se han instalado tornos inteligentes para evitar así aglomeraciones puntuales.
Pero los carriles sin coches se expanden a Berlín, Londres, Roma y París... El Gobierno francés invertirá 60 millones de euros en fomentar el uso de la bicicleta y ha sufragado la reparación de 70.000 en todo el país. En Nueva York, el servicio de bicicleta compartida ha pasado de 300.000 usuarios a 500.000 en sólo un mes.