Bajo los cimientos que sustentan una suerte de democracia moderna con serios altibajos desde 1978 se erige un pasado enmarcado en el olvido. Perdidos entre las vastas tierras de España descansan hacinados cientos de miles de muertos, convertidos en símbolos de la vergüenza de un país que reniega de ellos. La propia España los asesinó con una guerra y una dictadura que los mayores evitan recordar y los jóvenes desconocen. Son las víctimas de un tiempo que ahora se tacha de confuso, de innecesario y hasta de inexistente.
La prueba es que, si bien el Ministerio de Justicia cifra en más de 2.500 las fosas halladas en todo el territorio español que guardan en su interior los restos de las más de 130.000 víctimas de la Guerra Civil y el régimen franquista (según números de las asociaciones de Memoria Histórica), estos datos no son del todo fiables. En el mapa se presentan todas las fosas encontradas desde que comenzaron los primeros proyectos de recuperación de la memoria, así como las características que presentan las mismas. Esto es, si se han llevado a cabo en ellas exhumaciones parciales o totales, si no han sido intervenidas, si se han trasladado directamente al Valle de los Caídos o si no han sido localizadas aún (estas fosas están señaladas con puntos blancos en el mapa en base a informes guardados desde el franquismo, testimonios de familiares y víctimas y por batallas documentadas y cuyo escenario no ha sido explorado ni analizado).
Decimos que los datos expuestos en el mapa no son fiables porque llevan sin actualizarse desde 2011, año en que el Gobierno de Mariano Rajoy se asentó en el poder y suprimió las ayudas y subvenciones a las asociaciones de Memoria Histórica encargadas de la identificación y exhumación de cadáveres. El propio Rajoy lo recordó en 2015.
Durante una entrevista en la que le preguntaron por qué no había derogado la Ley de Memoria Histórica con la que se permitió 370 exhumaciones y la recuperación de cerca de 6.000 cuerpos entre 2007 y 2011, el por entonces presidente presumió de haber destinado "cero euros" en los cinco Presupuestos que ejecutó su Gobierno. Y añadió: "Ese tema no ha generado aquí gran polémica". Como resultado de su gestión, España ha perdido siete años de notable importancia en cuanto a la reparación de la memoria de las víctimas del franquismo, tal y como apunta un nuevo informe que ha ahondado en dichas cifras.
Según la investigación liderada por el arqueólogo forense Francisco Echeverría, en los últimos 19 años se han abierto tan solo 740 fosas en España, de las que se han logrado recuperar los cuerpos de 9.000 víctimas de la guerra y la dictadura. El mismo Echeverría apunta que, con apoyo institucional, se podrían recuperar entre 20.000 y 25.000 cadáveres de represaliados, si bien considera que solo podrían identificarse entre 5.000 y 7.000 víctimas.
Por ello, ha instado al Estado a implementar un plan urgente de exhumaciones de cara a los próximos cinco años. El informe de Echeverría, en colaboración con un grupo de 11 expertos, también arroja preocupantes datos: entre ellos, la imposibilidad de recuperar a todas las víctimas enterradas a lo largo del territorio español en cunetas, montes y descampados; bajo carreteras ensanchadas o zonas urbanizadas con el tiempo.
Aquí preocupa especialmente la edad de los familiares, que con el tiempo irán falleciendo y dificultarán las tareas de identificación no genéticas de los cuerpos. Frente a tales expectativas, el documento propone elaborar un nuevo mapa de fosas que supere el desfase existente con los datos actuales de Justicia que permita, a través de Internet, búsquedas exhaustivas a nivel particular para facilitar la localización y el reconocimiento de los restos.
Muchas fosas sin abrir
España tiene el terrible honor de ser el primer país de la Unión Europea en número de desapariciones forzadas, la de las más de 130.000 personas a las que se llevó la Guerra Civil y el régimen fascista. Más allá, a nivel mundial, nuestro país solo es superado en cifras criminales por Camboya, que cuenta con más de 20.000 fosas comunes localizadas tras el devastador genocidio que acabó con la vida de más de un millón y medio de personas.
En nuestro país, a razón de la dejación de los Gobiernos establecidos desde la Transición, solo se han encontrado cerca de 2.600 fosas, si bien los datos que maneja la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) apuntan a que el número de fosas sin localizar puede ser el doble.
El tiempo corre en contra de la democracia española, que debe priorizar ahora una labor ejemplar de recuperación de la memoria que sirva no solo para dar el merecido descanso a todas las víctimas que fueron castigadas por una guerra maldita y una dictadura que repudió la diversidad en todas sus formas; también, para estrechar los lazos de una reconciliación que por fin permita vivir el presente y mirar al futuro sin obviar el pasado.