Los familiares de un millar de represaliados llevan 84 años sin memoria, sin dignidad, pero ahora están más cerca de escribir el final de un amargo capítulo familiar. "Esta injusticia no se puede olvidar. La reparación moral es imposible, pero por lo menos descansaremos", ha contado a laSexta Beatriz Alonso. Su abuelo, Ignacio Alonso, fue asesinado al inicio de la Guerra Civil.
Él defendió con su vida el edificio de Telefónica en la sevillana Plaza Nueva para que los insurrectos contra la República no atacaran las telecomunicaciones de la época. "No quiso sumarse a la sublevación y le tocó morir. En los archivos lo pone. Todo lo que sé sobre él es por los libros", ha lamentado Beatriz.
Miguel Guerrero González llegó a Sevilla en julio del 36 junto a otros 500 mineros onubenses. Venían a dar auxilio a la resistencia contra las tropas de Queipo de Llano. Cayó víctima de una emboscada con más de 60 compatriotas. Todos fueron apresados, acusados y fusilados públicamente. "Fueron ejecutados como castigo ejemplar para que la gente que la gente lo viese", ha denunciado Miguel Guerrero, su nieto.
Cuando comenzaron los trabajos, se calculaba encontrar unos 1.100 cuerpos. A día de hoy, no obstante, hay registrados ya cerca de 1.800; de ellos, 300 se han identificado como represaliados. Se trata de una exhumación compleja porque los restos de los 'desafectos' al régimen franquista se mezclan con restos de fallecidos por otras causas que fueron depositados aquí para ocultar el horror.
Así lo cree Juan Manuel Guijo, director de los trabajos de exhumación en esta zona: "Parece que existe un claro intento de ocultación de pruebas. Miles de personas que nada tienen que ver con la represión, por lo que agregan elementos de confusión continuamente". Pero también dan con elementos que no generan la más mínima duda. En esta fosa está la respuesta de muchos. Y, la verdad, más pronto que tarde, la revelarán estos huesos.