El de Marruecos a Ceuta es un viaje arriesgado, pero mucho más corto que el de la ruta Canaria. Esta es sin duda la vía más mortífera, con cayucos que recorren hasta 1.600 kilómetros.
En la ciudad de Rosso, uno de los principales puntos fronterizos entre Senegal y Mauritania, cientos de migrantes senegaleses cruzan este río cada mes con el objetivo de encontrar en el país vecino una ruta más rápida y menos vigilada hacia España.
Hablamos con cinco de ellos, que esperan en Rosso su momento para emprender ese viaje. "Mi familia no sabe que estoy aquí, ni que voy a hacer este viaje. Pero esto lo hago porque los quiero sacar adelante. Vivo con mucha gente y en algún momento tú tienes que construir tu propia casa y para eso necesitas dinero", cuenta un o de ellos.
Otro relata que sabe que, si ahorra 1.200 euros y "lo invierto en pedir un visado en la embajada, solo me tendrán retenido el pasaporte un año y me quedaré sin nada. Por eso no pierdo nada por intentar esto".
A pesar de estar dispuestos a emprender este viaje, todos reconocen tener miedo. Aseguran que intentan no pensarlo y que llega un momento en que "funcionas a ciegas". "Conoces a una persona que te dice que tiene un barco que sale, le pagas y viajas", cuentan.
"Todos los días vemos a gente que lo ha intentado y que la deportan a Rosso, pero a nosotros nos da igual, lo vamos a seguir intentando", reconoce uno de ellos. Así, insisten en que aunque tengan miedo y sepan que es peligroso, dicen que es su "única opción".
El encargado de la Cruz Roja en Rosso, Mbaye Diop, que atiende a la gente que deportan desde Mauritania, cuenta que, "al estar tantos días en el mar, llegan con la piel quemada o con heridas infectadas. Y otros con golpes de la policía mauritana".
Desde este centro, hacen campañas en Rosso para explicar a los jóvenes los peligros de los viajes. Tanto para que no lo hagan como para que se protejan al máximo durante el mismo.