Las continuas filtraciones en torno al intento de compra de una parte del BBVA por parte de Sacyr, hicieron a Miguel Sebastián sospechar de que podían estar siendo escuchados.
Así se lo hacía saber a un alto cargo del Santander, al explicarle que habían detectado una señal que no correspondía al servicio oficial. "Estamos hablando por aquí demasiado claro y con la gente del calvo no estoy tranquilo", decía el exministro, ante lo que Ignacio Rupérez le pregunta si piensa que se atreverían a espiarle a él. Y responde: "Lo están haciendo, lo vamos a destruir".
Su interlocutor, incrédulo, le advertía de que también el CNI podría estar vigilando y que duda de que Francisco Gónzalez, presidente de la entidad, pudiera recurrir a ese tipo de acciones: "Pero piensa también en tu partido y en los militantes que lo oyen todo... no me imagino a F. G. jugándose la cárcel como si fuera un tema personal, no lo acabo de ver". Ante ello, el exministro dejaba claro que no se fiaba.
Estas informaciones han provocado que afectados por este espionaje como exaltos cargos de la administración y empresarios estén preparando una querella colectiva contra el excomisario por los delitos que podría haber cometido, aunque según explica Joaquim Bosch, "estarían prescritos a no ser que se hubieran utilizado en los últimos años".
Ciudadanos ve la huella del bipartidismo en unos hechos que califica de mafiosos pertenecientes a "una etapa negra de la que hay que hacer limpieza". Se trata de un nudo más de la red tejida por Villarejo.