Según han informado fuentes judiciales, ante la titular del juzgado de instrucción número 2 de Cornellà de Llobregat (Barcelona) ha comparecido como investigada, como es habitual en este tipo de casos, la agente que abatió al atacante, además de dos sargentos, en este caso en calidad de testigos, uno de los cuales estaba junto a la mossa cuando sucedieron los hechos.

El director de los Mossos d'Esquadra, Andreu Joan Martínez, ha defendido hoy que la actuación de la agente fue "correcta, proporcional, adecuada y congruente" a la situación de "extrema gravedad", mientras la familia del asaltante ha anunciado que estudia denunciar a los agentes por negligencia.

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Ante la juez, y posteriormente en una reconstrucción de los hechos en comisaría, la mossa y el sargento testigo directo han mantenido una versión coincidente, en el sentido de que actuaron en defensa propia y de la de sus compañeros, que estaban en el vestuario, sin armas, en el momento del cambio de turno.

La mossa, asesorada por los servicios jurídicos del sindicato USPAC, ha explicado a la juez que el asaltante, de 29 años y que ahora se sabe que afrontaba una crisis personal, accedió a la recepción de la comisaría y se abalanzó hacia donde se encontraba ella, en una "pecera" -protegida por un cristal, pero con la ventana abierta-, sentada en una silla con ruedas.

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El hombre esgrimió un cuchillo de unos 20 centímetros e incorporó la mitad de su cuerpo en la garita en la que estaba la agente, que instintivamente retrocedió en la silla con ruedas, hasta casi caer.

Según ha relatado ante la juez, la mossa se pudo incorporar y entró en la estancia de la comisaría pidiendo ayuda, al grito de "sargento, sargento", ante lo que el sargento, jefe de turno, salió al pasillo y vio a la mujer y cómo se le intentaba tirar encima el asaltante, mostrando el cuchillo por encima de la cabeza.

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Para salvaguardar su integridad y la de sus compañeros, ambos empezaron a retroceder de espaldas por un pasillo, momento en el que el sargento ha detallado a la juez que le dio el alto al asaltante al grito de "quieto, quieto".

Sin embargo, el hombre, de quien por el momento no se han hallado vínculos con el yihadismo, prosiguió con el ataque amenazante, por lo que los dos policías fueron retrocediendo, de espaldas, por el pasillo, juntos, intentando hacer una barrera para que no lograra superarles y atacar a sus compañeros.

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En un momento dado, según han detallado ambos ante la juez, tuvieron que superar de espaldas el marco de una puerta, por el que no podían pasar los dos a la vez. Primero pasó el sargento y posteriormente, cuando la mossa estaba entre medio del sargento y el asaltante, éste la amenazó de nuevo con el cuchillo, levantándolo por encima de la cabeza, haciendo ademán de atacarla, por lo que disparó con su arma reglamentaria para salvar su vida y la de sus compañeros.

Según las fuentes, el sargento ha detallado ante la juez que si la mossa no hubiese disparado lo habría hecho él, porque el atacante se encontraba a una distancia de un metro o metro y medio de ellos y su vida estaba en peligro.