El 14 de abril de 1931, miles de personas tomaron las calles de nuestro país para proclamar la Segunda República. Con ella, se ponía fin a la monarquía parlamentaría de Alfonso XIII, que había perdido en las urnas y que esa misma noche huía a París. "Con la caída de Primo de Rivera también se produce un fenómeno de asociación entre la monarquía y la dictadura y, por tanto, el fracaso de la dictadura acaba arrastrando a la propia monarquía", explica Maximiliano Fuentes, miembro de la junta directiva de la Asociación de Historia Contemporánea.
Alcalá Zamora tomaba las riendas de un Gobierno provisional y la bandera tricolor ondeaba en una España que clamaba al unísono "Viva la República". Así, empezó una época de grandes reformas y avances en derechos sociales y libertades.
En este sentido, Maximiliano Fuentes destaca que es "una experiencia tremendamente avanzada para la época que abre la puerta a reivindicaciones que se acabarán plasmando mucho más tarde". Con la Segunda República llegó también el sufragio universal, convirtiendo a las mujeres españolas en pioneras, por delante de las francesas, italianas o portuguesas.
Sin embargo, la 'Niña Bonita' no duró mucho. Y es que ocho años después, la creciente tensión internacional y la radicalización de las derechas españolas sumieron al país en una guerra civil y provocaron que un tal Francisco Franco instaurara la dictadura en 1939.