Al mismo tiempo que Carles Puigdemont se había dejado ver, había soltado su arenga a la masas congregadas junto al Parlament y había escapado de nuevo, el Tribunal Supremo ha recordado que la orden de detención contra el expresident catalán sigue activa.
Es más, la nueva situación provocada por Puigdemont, que desapareció tras acabar su discurso en el acto de bienvenida y sobre el que se desconoce su paradero, refuerza la posibilidad de que, en caso de detenerle, se le decrete prisión provisional. El riesgo de fuga que ha quedado manifiesto por parte del líder de Junts es uno de los argumentos básicos por los que los jueces pueden decretar la prisión provisional a un detenido, además de la destrucción de pruebas o la reiteración delicitiva.
Como había anunciado, Puigdemont ha llegado puntualmente a las 9.00 de la mañana al acto de "bienvenida" que ante el Arc de Triomf le habían organizado su partido y las entidades independentistas, a pie desde la calle Trafalgar de Barcelona y acompañado por diputados y cargos electos de Junts, entre ellos el presidente del Parlament Josep Rull, así como por su abogado Gonzalo Boye y dirigentes como Artur Mas. Tras dar su discurso, Puigdemont, huído siete años de la Justicia, ha desaprecido detrás del escenario y desde entonces no se ha vuelto a saber sobre su paradero, lo que ha provocado que los Mossos d'Esquadra desplegaran la 'operación Jaula' y han blindado Barcelona para encontrarle, sin éxito aún.
Hasta ahora, los escenarios que se barajaban eran varios, pero entre las quinielas no pesaba tan fuerte la idea la prisión provisional. Sí se contemplaba que el juez instructor del caso, Pablo Llarena, tomara declaración al expresident.