El avión de la Fuerza Aérea Española que trasladaba a Sánchez y su delegación ha aterrizado en la base militar de Torrejón de Ardoz (Madrid) a las 08.12 horas. Durante el vuelo de regreso, el presidente ha compartido con la prensa que le acompañaba una serie de impresiones sobre su gira por Chile, Bolivia, Colombia y Ecuador.
Sánchez destaca en primer lugar la necesidad de que España regresara y estuviera más presente en países que hacía más de una década que no visitaba un presidente del Gobierno español. El caso más notorio lo constituye Bolivia, donde se cumplían 20 años de la última visita.
El presidente también concede importancia a la nueva manera en la que España vuelve a estos países, con los que quiere potenciar no solo las relaciones económicas --que priorizaba el Gobierno de Mariano Rajoy-- sino la colaboración en políticas de medio ambiente, derechos humanos o género.
La gira del presidente se ha caracterizado por la diversidad de los países visitados. Del Gobierno neoliberal de Sebastián Piñera en Chile, Sánchez saltó a Bolivia para reunirse con el presidente indígena Evo Morales, alineado con los países bolivarianos. Siguió su periplo en Colombia, donde se entrevistó con el conservador Iván Duque, heredero de Alvaro Uribe, y finalizó en Costa Rica, un pequeño país centroamericano gobernado por el progresista Carlos Alvarado.
En cada uno de estos países, Sánchez ha desplegado una agenda concreta, ajustada a las necesidades e intereses particulares de cada uno. Y es que, tras el fracaso de buena parte de los procesos de integración ensayados en la región, el Gobierno socialista ve necesario reforzar la dimensión bilateral en la relación con los países latinoamericanos.
Así, en Chile se priorizó la relación económica; en Bolivia, la cooperación al desarrollo; en Colombia, el proceso de paz; y en Costa Rica, la cooperación en la lucha contra el medio ambiente. En todos ellos, Sánchez compartió impresiones sobre la crisis en Venezuela, un asunto que en España adquiere tintes de política doméstica, pero que es mucho más complejo y va más allá del debate sobre si es una dictadura o una democracia, una dialéctica en la que él no quiere entrar.
Sánchez, que defiende que en Venezuela se necesita un diálogo entre venezolanos como única vía de encontrar una salida a la crisis, considera que el debate sobre si se debe adoptar un lenguaje más o menos beligerante con el régimen de Nicolás Maduro ayuda más bien poco a los venezolanos que están sufriendo el conflicto y que están saliendo en masa del país.