Mientras la CUP decide en su Consejo Político el futuro de Cataluña, Puigdemont les lanza una última bala: "Espero que mantengan la coherencia. Siempre han dicho que no era un problema de nombres". Además advierte que si la balanza se inclina hacia el no, habrá consecuencias también para ellos: "Todos aquellos que han estado clamando para evitar las elecciones ahora tienen una oportunidad para demostrar que esto no era un eslogan para presionarnos, sino que estaban diciendo la verdad a sus votantes".
En su discurso, Torra se esforzó en dejar claro qué dirección quiere tomar: la de la "república". Pero ni su plan de Govern republicano de "ser leal al mandato del 1-O" ni sus intenciones de restituir a Puigdemont como president convencieron del todo a una CUP, que salía con los cuchillos afilados: "Se nos presenta una candidatura para que el Estado la acepte y el borbón la rubrique. Un acto de vasallaje que va en el sentido contrario del 1-O".
Aunque Torra pedía cerrar filas y confianza asegurando que se "necesita un país fortísimo y unido para encarar juntos los retos que se nos presentan", la CUP no dio su brazo a torcer: "Nuestro movimiento decidirá algo bueno para república". El escenario de repetición de elecciones parece no asustar a la CUP, que vota a puerta cerrada si Torra será o no el nuevo president de la Generalitat.