Hace 20 años, el 22 de Mayo de 2014, el por aquel entonces príncipe Felipe contraía matrimonio con la periodista Letizia Ortiz. La hoy reina llegó a la catedral de la Almudena acompañada por su padre, Jesús Ortiz, pasadas las 11 de la mañana, bajo una lluvia torrencial y ante la mirada de cientos de curiosos que se habían congregado en el exterior de la catedral madrileña.

Siete niños, que ejercieron de pajes, acompañaron a la novia en su entrada al templo, y ajenos al protocolo protagonizaron algunas de las escenas más divertidas y recordadas de la boda real.

La ceremonia, oficiada por el arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, estuvo cargada de emotividad contenida y simbolismo, con especial protagonismo de la abuela de la actual reina, Menchu Álvarez del Valle, que leyó de forma apasionada una de las lecturas de la homilía. Aunque no hubo beso de recién casados, no faltaron los gestos de cariño y miradas cómplices entre los novios.

Los recién casados salieron de la iglesia bajo un pasillo realizado por los sables de los compañeros de promoción de don Felipe de las tres academias militares, y se detuvieron para saludar de forma breve a los que esperan para ver a los actuales reyes, convertidos ya en marido y mujer.

Los invitados a la boda de Felipez y Letizia

Con motivo de este evento, la catedral de La Almudena acogía a multitud de rostros conocidos de la monarquía, de la política, el deporte y la sociedad nacional e internacional que se habían desplazado a la capital de España para asistir a la boda real entre el Príncipe Felipe de Borbón y Letizia Ortiz Rocasolano.

Tras la ceremonia, los recién casados recorrieron las calles de Madrid hasta llegar a la Real Basílica Nuestra Señora de Atocha donde, como es tradición real, la novia depositó su ramo ante la imagen de la Virgen. Allí protagonizó, sin saberlo, una de las anécdotas de la boda, ya que las damas que sujetaban la cola del vestido, dejaron al descubierto un lazo azul cosido en el interior del vestido de la novia.

De regreso al Palacio Real, ya convertidos en marido y mujer, los actuales reyes posaron para la foto oficial con la familia y los invitados más ilustres, y tras saludar a los ciudadanos que esperaban para ver a la pareja, que protagonizó un casto beso en el balón de palacio, asistieron al banquete en el que el príncipe Felipe dejó constancia de que era un hombre feliz que se había casado con la mujer que amaba.