"¡A vuestros puestos todos!", pide la encargada de la organización en el Congreso, y se encienden las pantallas. La razón: Richard Gere ha llegado al centro de la política española. El actor se abre paso entre la multitud con tímidos saludos que son respondidos con sonrisas. Embelesa. "Es muy atractivo y con una mirada especial", reconoce Ramona Mañas, ujier del Congreso de los Diputados.

Hay quien usa la táctica de posar pacientemente hasta tenerlo a tiro. Gere se cuela sin querer en la foto y queda imortalizado, para alegría de la fotografiada. Pero quien se ha llevado la foto buena, con acercamiento ha sido su Cicerone en el Congreso: la presidenta Ana Pastor. Ello ha despertado incluso algún que otro resentimiento.

El actor estadounidense Richard Gere junto a Pedro Sánchez

"Yo debería haberle hecho una visita guiada", ha lamentado Natalia Rodríguez, guía del Congreso de los Diputados. Los trabajadores nunca habían visto nada igual. Gere pisa el hemiciclo y un coro de voces le saluda con un entusiasta 'buenos días', y resuena algún que otro cuchicheo: "Yo me lo imaginaba más mayor". Mientras Ana Pastor le asombra con la historia del lugar, fuera siguen intentando verle.

Llevan a Richard Gere a la sala Constitucional, y él pregunta, entre la sorpresa y el agradecimiento por tal recibimiento: "¡¿Pero cuántas fotos podéis hacer?!". Su esposa, la española Alejandra Silva, y su embarazo centran también la atención. Ya sentados, Gere se quita los focos de encima: "Yo no soy importante. Ustedes son los que pueden traer el cambio". Pide que España ayude a cambiar el futuro de las personas sin hogar.

Se reparten las últimas fotos, en las que todos se esfuerzan por salir, y Richard Gere se retira habiendo llenado el Congreso de los Diputados de cercanía y de felicidad. "Nos ha alegrado el viernes", dicen. Los únicos que hoy han resistido en su puesto son los leones.