En la Nochevieja de 1975, el entonces rey Juan Carlos I, uno de los monarcas más carismáticos de Europa, conoció a Bárbara Rey, la famosa vedette española, durante una fiesta en la que el expresidente Adolfo Suárez hizo de intermediario. A partir de aquel momento, comenzó un romance que, según diversas fuentes, se prolongaría durante casi dos décadas. Se trató de una relación secreta y discreta, con encuentros cuidadosamente organizados en una casa de Aravaca, un adosado de tres plantas y garaje alquilado por el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) para que ambos pudieran llegar por separado.
Esta relación, según varios reporte, finalizó en 1994 por decisión del rey, lo que marcó el inicio de un oscuro capítulo en la historia de este romance: el presunto chantaje de Bárbara Rey, quien, al parecer, amenazó con hacer públicas las pruebas de su relación, entre ellas grabaciones comprometedoras. Es entonces cuando, según múltiples fuentes, miembros del CNI intervinieron para silenciar a la vedette con pagos millonarios provenientes de los fondos reservados entre 1996 y 1997.
Alberto Sainz, exdirector del CNI (2004-2009), confirmó en el programa Salvados que estos pagos se detuvieron por orden del entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero, quien consideró insostenible seguir con la práctica. Sin embargo, Bárbara Rey siempre ha negado haber recibido algún tipo de dinero a cambio de su silencio. "No es cierto"; afirmó en varias entrevistas, "si hablan de esas cantidades de dinero, me gustaría saber quién lo tiene y quién lo cogió".
La publicación de nuevas fotos y documentos confirma lo que durante años ha sido un secreto a voces en la sociedad española: una historia de poder, amor y controversia que se mantuvo oculta bajo el velo de la discreción oficial.