Agosto de 2013, en plenas vacaciones, el matrimonio Aznar-Botella recibe en su casa de Marbella al empresario implicado en la Púnica, Alejandro de Pedro.
Lo hace, según un informe de la UCO, gracias a la mediación de Eduardo Zaplana y con un objetivo muy concreto: negociar un plan para mejorar la reputación de la entonces alcaldesa de Madrid.
Un plan que De Pedro vende en un correo electrónico como imprescindible dada la situación. "Principalmente por el evento de las olimpiadas, Ana Botella tiene un elevado indice de búsquedas en Google y la imagen que a día de hoy internet presenta de ella es verdaderamente preocupante".
La exalcaldesa se encuentra inmersa en aquella memorable candidatura de Madrid para organizar los JJOO de 2020.
Fruto de esa reunión De Pedro cierra con la jefa de prensa de Botella, Elena Sánchez, un contrato de 60.000 euros.
De Pedro empieza su trabajo inmeditamente, pero surgen problemas para definir cómo pagar un servicio privado con dinero público. Finalmente, Elena Sánchez decide incluir una empresa de De Pedro como subcontratista de un contrato municipal de publicidad.
La UCO ve posibles responsabilidades penales en De Pedro, Elena Sánchez y Eduardo Zaplana.