Miles de personas ponen rumbo al Parlament una vez finalizada la manifestación de Barcelona. Se concentran a muy pocos metros de la puerta, gritan sus consignas y los ánimos se van encendiendo.
Un reducido grupo de Mossos d'Esquadra intenta contener a la gente, pero no son suficientes y poco a poco la turba gana terreno hacia la puerta del Parlament.
Finalmente llega lo inevitable: la muchedumbre se desborda y alcanza la entrada. Alguno parece no entender por qué los Mossos que custodian la puerta no les dejan entrar a la cámara.
"Pero, ¿qué haces?", le increpa uno de los manifestantes a los agentes. Los Mossos cierran la puerta para evitar la invasión y un grupo de exaltados intenta acceder por la fuerza.
Otros, que acaban imponiéndose, piden calma para poder seguir con la concentración. Lo consiguen hasta que llegan unidades de antidisturbios de refuerzo.
Porra en mano, cargan contra los manifestantes a los que exhortan para que abandonen la concentración. En cuestión de minutos el recinto queda vacío. Algunos activistas se dispersan por las calles aledañas y organizan barricadas.
Los antidisturbios salen a poner orden y son recibidos a pedradas. Cerca de tres horas tardaron en disolver a los manifestantes del Parlament y a los que se habían concentrado frente a la comisaría de la Policía Nacional en Vía Laietana.