Aquel 8 de abril comenzó muy pronto. "Al amanecer vimos ya dos tanques norteamericanos desde el río Tigris. Llevábamos hora y media sin que se produjera ningún disparo, y de repente se oyó una explosión muy fuerte. No me cabía en la cabeza que fueran los norteamericanos porque llevábamos toda la mañana grabando aquellos tanques. Si nosotros les estábamos viendo a ellos, ellos nos estaban viendo a nosotros", relata Carlos Hernández, corresponsal de Antena 3 en la Guerra de Irak.

El periodista de Reuters Taras Prostyuk murió en el acto. José Couso resultó gravemente herido, y falleció horas más tarde en el hospital. Era el tercer ataque del día contra la prensa tras los realizados contra las sedes de Al Jazeera y Abu Dhabi TV. "Fue un crimen de guerra porque el Ejército de EEUU ese 8 de abril fue a asesinar a periodistas de forma premeditada", denuncia Hernández.

La madre del cámara José Couso

Lo mismo consideró el juez Pedraz de la Audiencia Nacional. Viajó hasta Bagdad para recopilar pruebas. Interrogó a testigos. Pese a a los palos en las ruedas que puso la Fiscalía, dictó orden de arresto contra los tres militares responsables. Todo, hasta que la reforma judicial del PP acabó con la justicia universal, provocando así que se archivara la causa.

"Si a José lo hubiera matado ETA, a día de hoy hubiera tenido altos honores de Estado, se hubiese condenado el ataque y tenemos todo lo contrario", lamenta el hermano de Couso, David. La familia del periodista ha recurrido ante Tribunal Constitucional. 15 años después siguen luchando para que se haga justicia. "A José no le vamos a recuperar, ni a Taras. Pero podríamos recuperar la justicia. ¿Por qué no podemos sentar a militares norteamericanos en el banquillo en pleno siglo XXI? ¿Por qué la profesión periodística no puede tener justicia?", reflexiona David.