En 2017, un incendio arrasó más de 10.000 hectáreas del Parque Nacional de Doñana, dejando una cicatriz profunda en este valioso ecosistema y afectando a cientos de especies. Entre los más perjudicados estuvieron las abejas, cuyas labores de polinización son fundamentales para la biodiversidad. Sin embargo, la historia está tomando un giro positivo: las abejas están regresando a la zona, impulsando el proyecto de reintroducción de flora iniciado por WWF hace tres años.

"Desaparecieron del planeta," afirma Alfonso Mamán, técnico de Flora Protegida de WWF. Gracias a este proyecto y al regreso de las abejas, el paisaje devastado está comenzando a florecer nuevamente. "Volvemos a tener más enebro, más sabinas e incluso romero, que es una de las especies predilectas por las abejas," explica Mamán.

La iniciativa ha permitido la reintroducción de más de 25.000 ejemplares de plantas como el tomillo andaluz, conocido por su espectacular aroma. "Las plantas que producen mucha floración atraen insectos e inician la polinización. A raíz de ahí vienen los animales pequeños que comen esas plantas, el grande se come al pequeño y así se cumple la cadena," señala el Técnico de Bosques de WWF.

Los polinizadores no solo transportan polen de estambre a pistilo; lo que llevan entre sus patitas es el futuro del ecosistema. La labor de las abejas está resultando crucial para la regeneración de Doñana, demostrando una vez más que la naturaleza, con un poco de ayuda, puede encontrar el camino para recuperarse.