142 muertes por sobredosis al día. La causa no son la cocaína o el éxtasis, sino los analgésicos derivados del opio. El abuso de estas sustancias es ya la principal causa de muerte entre los menores de 50 años en Estados Unidos. "Es una epidemia. La crisis de los opiáceos en este país sigue expandiéndose exponencialmente", declara Lauren Jansson, de la Facultad de Medicina de la Universidad Jonh Hopkins.
El perfil consumista más común: la clase obrera blanca. Ohio es el epicentro de esta crisis. En las zonas más afectadas ya no hay espacio en las morgues por la enorme cantidad de víctimas de sobredosis. "Llevo trabajando 40 años y nunca hemos tenido tantas sobredosis diarias", explica Ken Betz, forense del condado de Montgomery, en Ohio.
Todo empezó en los años 90. Los médicos comenzaron a prescribir masivamente este tipo de medicinas contra el dolor. Fruto, dicen los expertos, de una persuasiva campaña de las empresas farmacéuticas que fabricaban esos analgésicos. Aseguraban entonces que el riesgo de adicción era mínimo. Ahora sabemos que un tercio de los pacientes acaban enganchados.
Por eso el Senado de Estados Unidos investiga si estas empresas mintieron para aumentar el número de dependientes a los opiacéos garantizándose así una jugosa fuente de ingresos. No es la primera vez que la cámara alta investiga a los fabricantes de opiáceos. Ya lo hicieron en 2012, y el informe que recoge las conclusiones sigue guardado en un cajón. Esas mismas compañías se gastaron más de 800 millones de euros en presión política y donaciones entre 2006 y 2015 para evitar leyes que pusieran coto a este tipo de fármacos.
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