Son alumnos disciplinados y con un objetivo muy claro: quieren formarse para alcanzar sus metas. Este es el caso de Juan Esteban, procedente de Colombia, que vino a España buscando "un futuro mejor" y poder estudiar lo que le gusta, "cocina". También el de Markelly, quien llegó desde Brasil hace dos años y medio, y manifiesta su sueño de montar su "propio restaurante".

"Quiero adaptarme la sociedad y ser una persona útil y trabajadora", dice Juan. Para ello, buscan regularizar su situación en España a través del arraigo por formación. Con este pueden acceder a un "permiso de residencia" y, para ello, lo que tienen que hacer es "comprometerse con un curso de formación", que les permite acceder también a "un permiso de trabajo".

Con esta medida, puesta en marcha en 2022, se cubren puestos de trabajo y, además, se reconocen derechos a muchas de estas personas migrantes que, como Juan, ya están trabajando en España, pero de forma irregular. Hasta llegar aquí, él ha sido camarero, ayudante de cocina y también trabajó en la construcción. Todos ellos, como califica él mismo, "míseros". Sobre su experiencia en la construcción dice que le duró tres meses, cobraba "200 euros a la semana, pero trabajaba más de 12 horas al día".

Desde UNICEF aseguran que, "si ponemos la clave en el talento, cambia el prisma y el estigma"; lo que ayudaría a alejar esas ideas erróneas sobre las personas migrantes.

Elías llegó desde México. Allí era profesor universitario y hacía su doctorado en derecho, que ahora continúa aquí, "pero a veces no hay forma, ni la modalidad para poder encajar y tener la documentación", se lamenta.

Desde UNICEF exigen que se reconozcan las formaciones no regladas de organizaciones sociales para acelerar los permisos y piden que los procesos sean mucho más ágiles para que ese talento que llega del exterior sea, cuanto antes, de gran utilidad para la sociedad y el mercado laboral.