En menos de 24 horas, un equipo de sanitarios de tres comunidades autónomas distintas logró poner en marcha un operativo improvisado para salvar la vida de Pablo, un niño de tan solo dos años. El pequeño, ingresado en estado crítico en Burgos, sufría un problema respiratorio grave y necesitaba urgentemente un ECMO, un soporte que hace de pulmón y corazón artificial y que no estaba disponible en el hospital donde estaba ingresado.
La situación del pequeño era de extrema urgencia. Sylvia Beleda, pediatra intensivista del 12 de Octubre de Madrid, explica que les contó el caso del niño a sus compañeros a través de un chat común. Entonces, varios sanitarios empezaron a movilizarse contra reloj desde distintos puntos de España: en el 12 de Octubre de Madrid pusieron a disposición la máquina y desde el Hospital Regional de Málaga, a los profesionales que saben utilizarla.
"En cuestión de 20 minutos ya teníamos a las enfermeras, teníamos al cirujano, al médico intensivista y a la enfermera perfusionista dispuestos para ir a Burgos", cuenta José Miguel García, supervisor de Enfermería Pediátrica del Hospital de Málaga. "Yo no me lo pensé ni un segundo y fuimos para allá", relata por su parte el cirujano Francisco Vera, del Hospital Materno-Infantil de Málaga.
Algunos de estos sanitarios incluso pagaron de su bolsillo los billetes de avión desde Málaga a Madrid, donde recogieron la máquina y pusieron rumbo a Burgos en ambulancia. Recorrieron, así, un total de 800 kilómetros repletos de solidaridad. Después, conectaron a Pablo al ECMO. "Tardamos 24 horas en llegar", explica la doctora Beleda.
Una vez estabilizado, lo trasladaron al 12 de Octubre, donde ahora se recupera. Los sanitarios que lograron salvarle la vida, sin embargo, sostienen que no son héroes: para ellos, la mejor recompensa es saber que Pablo está vivo.
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