Los científicos de Involcán estudian la actividad de la erupción en La Palma y para ello utilizan tecnología puntera: con una cámara térmica ven en tiempo real la actividad del volcán y se acercan a donde no podrían llegar en persona. Saber la temperatura de la lava, que ha llegado a los 1.100 grados, es clave.
La vigilancia es total y las mediciones importantísimas, como la recogida de muestras de lava. Lo primero que hacen los científicos es enfriarlas para que absorban toda la energía térmica y evitar la evolución de los cristales. Después en el laboratorio se harán cortes muy delgados para ver la composición mineral .
David Calvo, portavoz de Involcán, explica que este proceso es "como una especie de análisis de sangre, como un análisis forense de lo que está pasando dentro del conducto magmático". Esto les sirve para "poder saber dónde ha estado ese magma, qué camino ha recorrido y cuánto tiempo ha estado dentro de la isla de La Palma".
Se trata de una información valiosísima para ayudar a saber las condiciones de la erupción o lo que podría hacer el volcán. Junto a esto, otra importante labor es la medición de gases que efectúa la UME cerca de la zona de la erupción: con sensores portátiles determinan la presencia de gases que emanan de la lava y su toxicidad.
"Esa muestra toma el aire a su alrededor, lo analiza y da una señal, una alarma, en función de si la concentración de estos gases es mayor de lo que debería ser, si es nociva o si alcanza unos niveles críticos", apunta Calvo.
Otra de las tecnologías empleadas es una cámara ultrarrápida para ver la velocidad de salida de la lava desde la fisura principal y que graba a 500 frames por segundo. Con ella es posible "cuantificar cuánto material está saliendo" y saber "cuánto material ha podido salir desde el comienzo de la erupción".
Los expertos aseguran que es un gran esfuerzo diario y que durará lo que dure la erupción del volcán de La Palma, que podría alargarse durante semanas e incluso meses.