Lola lleva 39 años trabajando como enfermera en La Rioja. En los últimos meses ha sufrido dos agresiones físicas. La primera con un paciente reincidente que ya había provocado problemas en otro centro de salud. "Ya habíamos llegado a un acuerdo la médico y yo para que cada vez que llegara el paciente dejáramos la puerta abierta por si ella me necesitaba".
Una situación, que según el propio personal sanitario, ha empeorado en los últimos años y que es más acentuado en áreas como urgencias. "En las plantas hay más gente, hay acompañantes… Las agresiones físicas son en urgencias o en atención primaria", añade Lola.
En su mayoría, los ataques tienen origen en discrepancias entre el sanitario y el paciente, no estar de acuerdo en el periodo de las bajas o no recetarle ciertos medicamentos. "Porque las esperas son prolongadas, no hay suficiente personal", destaca la enfermera Eguzkiñe Basterretxea.
"Muchas veces tiene que ver con las bajas laborales. El paciente tienen unas expectativas que no se cumplen", puntualiza Pedro Ibor, vicepresidente del Colegio de Médicos de Valencia
Agresiones que también se dan en consultas a domicilio como en el caso de Eguzkiñe. Tras recibir una alerta de emergencias acudieron a la casa del paciente. Sufría un brote psicótico. "Nos sentimos desprotegidos, cuando llegamos no estaba la Policía", dice la enfermera.
"Cuando llegas a un domicilio es más una alerta de seguridad ciudadana que sanitaria. Cuando llegas los profesionales sanitarios tiene que estar controlada la zona", destaca Francisco López, del sindicato USO de la Comunidad Valenciana
Los ataques a médicos han aumentado por tercer año consecutivo, comunidades como la Rioja ya han puesto en marcha un sistema de aviso, el botón rojo, con el que solo con pulsarlo, los profesionales sanitarios agredidos pueden avisar a sus compañeros.
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