En los años 70, Badía del Vallés surgió en el cinturón industrial de Barcelona como un hogar para miles de familias, en su mayoría de origen extremeño y andaluz, que migraron a Cataluña en busca de una vida mejor. La ciudad, levantada con rapidez y bajo una clara apuesta por el amianto —material comúnmente utilizado en la construcción en aquella época—, ahora se enfrenta a las consecuencias de su legado: un incremento de enfermedades graves relacionadas con la exposición a este compuesto tóxico.
Para Pilar, una vecina que llegó a Badía en aquellos primeros años, el peligro del amianto es una revelación reciente y aterradora. "Está ahí, en las placas de uralita", comenta con preocupación. Como muchos en su comunidad, ha visto de cerca los efectos devastadores del cáncer en familiares y amigos. "Yo estoy operada de cáncer de mama. Cada vez hay más casos de cáncer", dice, aunque los médicos no han encontrado una relación directa en su caso. Sin embargo, expertos señalan que el amianto es un cancerígeno de primer nivel, vinculado principalmente a cánceres de pulmón y mesotelioma, una conexión que no pasa desapercibida entre los vecinos.
Desde que se prohibió el amianto en 2002, Badía del Vallés ha alzado la voz por su erradicación. Ahora, tras una década de esfuerzos por sensibilizar a las autoridades, la ciudad ha obtenido luz verde para comenzar el proceso de retirada. El alcalde ha anunciado con orgullo: "Vamos a ser la primera ciudad de Europa libre de amianto".
La estrategia de eliminación requerirá que cada edificio sea sellado en burbujas durante los trabajos de extracción, confinando temporalmente a los vecinos y trabajadores dentro de estos espacios cerrados, un proceso complejo que busca garantizar la seguridad de todos. "Cada vez que confinas, encierras a una persona en un entorno sin luz", explica el director de IDES, empresa responsable del desamiantado. Este proceso, según indica, es necesario para evitar que las fibras de amianto se propaguen y contaminen el ambiente exterior.
49 años después de su fundación, Badía del Vallés encara una nueva lucha. La ciudad que un día acogió a tantas familias trabajadoras ahora busca ofrecerles, por primera vez, un entorno libre de amianto y más seguro para vivir.