La construcción masiva en las costas españolas vuelve a encender las alarmas. El último enclave virgen de Orihuela, Cala Mosca, se encuentra bajo la amenaza de un nuevo proyecto urbanístico que contempla la edificación de 2.200 viviendas. Este desarrollo, que está generando una gran polémica, ha sido duramente criticado por organizaciones ecologistas como Greenpeace, quienes advierten sobre el impacto irreversible que estas construcciones tienen sobre el medio ambiente y el equilibrio de las costas.

La ONG ha publicado un informe donde se detalla cómo la crisis climática, combinada con el boom turístico, está llevando a las costas españolas al borde del colapso. "Nos preocupa que siga la tendencia de proyectos en primera línea de costa", declara Mariajo Caballero, de Greenpeace, quien recalca la necesidad urgente de proteger los 100 primeros metros de cada litoral español.

El caso de Cala Mosca no es aislado. Las marismas de Urdaibai, en Bizkaia, una reconocida Reserva de la Biosfera, también se encuentran bajo amenaza. La prevista construcción de un nuevo museo Guggenheim en las cercanías podría atraer a 150.000 turistas anuales, algo que los ecologistas ven con gran perocupación. Diego Ortúzar, activista de la región, advierte: "Supone un daño considerable a la zona".

La presión turística también se deja sentir en la Marina Alta de Alicante, donde un proyecto de casi 500 chalets podría colapsar el acceso a agua potable en localidades como Llíber, según la confederación hidrográfica del Júcar. Los residentes han recurrido a las redes sociales para expresar su rechazo, haciendo un llamamiento para detener lo que consideran una "destrucción del paisaje".

Otro de los puntos críticos de la lista de Greenpeace es la Playa de los Genoveses en Almería, donde se pretende levantar un gran hotel a solo 900 metros del mar, en una zona protegida. "Es una agresión medioambiental", denuncian desde la organización.

La situación es alarmante. La combinación de proyectos urbanísticos descontrolados y el cambio climático están colocando a nuestras costas en una situación límite. Según Roberto Uriarte, portavoz de la Plataforma en defensa de la marisma de Urdaibai, "es una barbaridad, puede que las futuras generaciones no conozcan la marisma limpia y protegida".