El primer día de colegio ha sido especialmente duro para María Jesús y su hijo Arturo, de 11 años, quien pesa 40 kilos. María Jesús ha tenido que cargar a su hijo en brazos hasta su clase en el CEIP Voramar, en Alicante, ya que el ascensor del centro sigue roto desde junio. "Ya el curso pasado estuvimos así casi un mes", comenta la madre, visiblemente cansada.
El ascensor, esencial para la movilidad de Arturo debido a su condición, lleva más de tres meses fuera de servicio, sin que el ayuntamiento haya dado fecha para su reparación. "De forma estándar, subo a mi hijo al menos cuatro veces al día. Los días que tiene fisioterapia, que son tres o cuatro días a la semana, llego a subirlo hasta ocho veces. La alternativa es dejarlo en casa, y eso no lo voy a hacer", asegura María Jesús, quien se enfrenta a esta realidad sin ayuda.
No es la primera vez que ocurre. En enero pasado, el ascensor estuvo averiado durante un mes antes de ser reparado, pero en junio volvió a fallar. Para la familia, esta situación se está volviendo insostenible. "Es un tema recurrente, y aunque piensas que será algo temporal, al final parece que se perpetúa. Te vas cansando", expresa.
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La dirección del colegio ha confirmado que no hay un plazo determinado por parte del ayuntamiento para la reparación o sustitución del ascensor, que tiene más de 30 años de antigüedad. Mientras tanto, se están planteando reestructurar las clases para que Arturo pueda asistir de manera más cómoda. Sin embargo, la incertidumbre sigue marcando el inicio de curso para María Jesús y su hijo.