Nuestra casa es nuestro refugio. Nos sentimos seguros. A salvo. Nos sentimos cómodos. Sí, todo eso sin ser conscientes de la cantidad de bacterias que día tras día nos acompañan. De la cantidad de ellas que, sin a veces nosotros mismos saberlo, directamente viven a nuestro lado en los elementos más insospechados.
Porque se acumulan en todos los lados. En el móvil. En el estropajo. En la bayeta... y, sobre todo, en el cepillo de dientes.
Los expertos recomiendan cambiar de cepillo, como mucho, cada tres meses, mientras que los estropajos y bayetas no deben permanecer a nuestro lado más de dos semanas.
Y es que la cantidad de bacterias que allí se acumulan es sorprendente, por más que algunos tengan sus 'trucos mágicos' para acabar con ellas y alargar el uso de algunos productos.