Anuncios de burdeles y ofertas de sexo salvaje presentes, con total impunidad, en calles y locales de países como Alemania u Holanda. Admiten la prostitución: el mercado del sexo está permitido en su territorio y se escenifica sin pudor: "20 minutos de sexo salvaje por 20 euros" o "Cerveza, salchica y sexo ilimitado por 70 euros". Son sólo algunos de los anuncios con los que algunos burdeles alemanes publicitan sus ofertas sexuales.
Alemania sirve como ejemplo de la trampa que supone la legalización de la prostitución. Allí es legal desde el año 2002 pero los expertos advierten de que su legitimación, lejos de regular y mejorar las condiciones de las mujeres prostituidas, favorece el tráfico de mujeres y la violencia y esclavitud sexuales.
"La regulación de la prostitución aumenta hasta extremos inimaginables las prácticas violentas contra las mujeres que la ejercen", apunta Rosa Cobo, profesora de Sociología de género en la Universidad de A Coruña.
Las consecuencias de un mercado sexual legalizado son claramente visibles: colas en burdeles, tours sexuales adaptados a turistas, precios más bajos por cada relación o clientes violentos. Es la realidad presente a día de hoy en Alemania, considerado actualmente como el mayor burdel de Europa.
"Cuando se legaliza una realidad social como esta se envía a la población una mensaje de que eso es bueno y explotar económica y sexualmente a mujeres en situación de pobreza y falta de recursos no es aceptable", asegura la profesora Cobo.
Hace poco más de un año, Alemania aprobaba una ley destinada a regular su ya legalizada prostitución. La ley prohibía las tarifas planas y obligaba a usar preservativos y a registrarse, pero la situación de las mujeres no ha mejorado.
Pese a esta ley, según denuncian asociaciones como APRAMP -Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida-, la mayoría de las mujeres continúa trabajando de manera ilegal y sin libertad. Legalizar la prostiución -aseguran- es normalizar una situación de explotación de miles de mujeres.
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