Llega el temporal invernal y las alarmas se encienden en torno a las obras de Santiago Calatrava. El Palau de les Arts valenciano ha sido, de nuevo, la víctima. El derrumbe de una parte de la cubierta alimenta la leyenda negra de esta edificación, inaugurada en 2005 con un sobrecoste de 630 millones de euros.
El secretario general de PSPV, Ximo Puig, ha lamentado la situación: “Como se le pueden decir a los ciudadanos que un edificio que ha costado 400% más de lo que es el presupuesto finalmente acabe cayendo a trozos”.
Lo grave es que se trata de una obra carísima que apenas ha sido aprovechada, y justo ahora, en plena campaña navideña de conciertos. Este percance también ha afectado a la vecina Opera valenciana que ha sido clausurada de manera indefinida ante el peligro de más derrumbes.
El consejero de Economía de la Comunidad Valenciana, Máximo Buch no entiende que a podido ocurrir: “No sabemos si el problema es de diseño, de construcción o de materiales pero evidentemente alguien ha hecho algo mal”.
Tampoco el público puede acceder a la zona por preocupación y los defectos en su construcción han afectado a una programación cada vez más limitada.
No es la primera vez que una obra de Santiago Calatrava está envuelta en la polémica. Cruzar el puente Zubizuri de Bilbao es toda una odisea con su suelo resbaladizo en días de lluvia. En Oviedo y Tenerife, sus respectivos Palacios de Congresos han sufrido desperfectos; y el suelo del puente Vistabella de Murcia está en obras.
Son solo algunos ejemplos de la obra de un arquitecto que presume de abanderar la Marca España pero que tiene su residencia fiscal en Suiza.