En 2017, el activista Juan Clavero se dirigía junto con otros dos compañeros de Ecologistas en Acción a una protesta para reclamar que los propietarios de una finca no cerrasen un camino público en la Sierra de Grazalema (Cádiz).

En ese momento, un individuo se unió a ellos en el asiento trasero de su coche argumentando que él también era ecologista para unirse a ellos. Su actitud resultó sospechosa para los activistas, pero nunca pensaron que fuera a dejarle 47 gramos de cocaína y 4 de hachís para intentar que estos fuesen detenidos por tráfico de drogas.

Juan Clavero quedó en libertad sin cargos y su causa se archivó, y el gerente de la finca, dos encargados y el hombre que se hizo pasar por ecologista quedaron imputados. Ahora, siete años después, van a ser juzgados por intentar tenderle la trampa a los tres ambientalistas.