En su fallo, el juez absuelve a la madre de un delito de malos tratos, en concreto del relativo a los golpes que supuestamente propinaba a la niña con una cuchara de madera, y también del delito de maltrato habitual--Fiscalía había pedido para ella un total de cuatro años y cuatro meses de prisión--pero la condena por el maltrato infligido con el cable del móvil.
Así, junto con el año de probición de aproximarse a su hija a menos de 500 metros, la sentencia incluye 65 jornadas de trabajo en beneficio de la comunidad, dos años y un día de prohibición del derecho a portar armas y otra prohibición de comunicarse con la menor durante diez meses. Para el caso de que la condenada no prestara consentimiento a dicha condena, el juez plantea a la condenada la posibilidad de optar por otra distinta que incluiría diez meses de cárcel y las prohibiciones de aproximarse y comunicar con la víctima por espacio de un año y diez meses.
El fallo judicial, que, según la letrada defensora de la condenada, Carmen Hedrosa, será recurrido en apelación ante la Audiencia de Valladolid, absuelve, por otro lado, al actual compañero sentimental de la madre, C.A.P.G, de un delito de maltrato por el que se exponía a una condena de dos años y once meses de privación de libertad. La condena de la madre se produjo a pesar de la carta manuscrita presentada por la menor, hoy de 15 años, en la que aseguró que su denuncia fue una invención, una estrategia para gozar de más libertad en un centro tutelado de la Junta de Castilla y León.
La menor, que vivía con los acusados en un piso que éstos alquilaban por habitaciones a otras personas, se personó el día 5 de agosto del pasado año ante la policía, acompañada de una mujer que convivía con ellos, para denunciar que su madre y su padrastro la maltrataban desde hacía unos tres años. De ella aseguró que la golpeaba con la zapatilla y una cuchara de madera, la propinaba tortas y hasta la azotaba en la espalda con el cable del móvil, mientras que respecto del otro acusado llegó a decir que había intentado un día asfixiarla tapándole la boca.
Presentó para ello como prueba gráfica unas fotos que le había hecho la mujer con la que acudió a comisaría. Durante el juicio, sin embargo, la menor se desdijo de todo lo denunciado en su día y explicó, ante la incredulidad de la fiscal del caso, que todo era pura invención y que lo hizo porque había oído que en un centro tutelado de la Junta, donde se encuentra desde entonces, iba a gozar de mucha más libertad e incluso recibiría dinero.
De hecho, la supuesta víctima escribió a primeros de abril una carta de su puño y letra que la defensa presentó como prueba en la que expresaba su "arrepentimiento" por la denuncia presentada, negó haber sido víctima de malos tratos y explicó los verdaderos motivos que le llevaron a ello, la negativa de su madre a que saliera con un chico que no le gustaba y las reprimendas recibidas por faltar a clase para estar con él.
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En dicha misiva, la menor refería que decidió denunciar en la creencia de que si ingresaba en un centro tutelado de la Junta gozaría de mayor libertad para hacer a su antojo e incluso que contaría con dinero aportado por el centro, algo que ha visto ahora que no era cierto. Por ello, hizo constar en su escrito que desea volver con su madre y su padrastro y sostiene ahora que las lesiones en la espalda y piernas se las autoinfligió ella misma para que la creyeran.
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