Si quisiéramos resumir las conclusiones de este nuevo estudio que viene a tirar de las orejas a todos los países del mundo sería que los países de la UE lidera el cambio hacia la sostenibilidad en el mundo, pero que tiene que poner las pilas.
Es la forma con la que traducir el resultado de La correlación maldita en la UE, un informe de la Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo que ha analizado los desafíos respecto a las cuatro transiciones (ecológica, socioeconómica, democrática y feminista) a los que se enfrentan la Unión Europea en este nuevo ciclo institucional.
Así, este estudio, presentado en Madrid este miércoles, ha cotejado las trayectorias de los Estados miembros en esas cuatro transiciones, que van en la senda del aumento de derechos y de calidad de vida de las personas, con respecto a sus impactos ecológicos.
Y las conclusiones no son nada halagüeñas: "Si se quiere avanzar en las transiciones de manera coherente es urgente reducir drásticamente los impactos y presiones planetarias", apunta este estudio.
Eso sí, si comparamos a los países de la UE con el resto del mundo, lo cierto es que los 27 están liderando el cambio a una transición y, España, en concreto, es uno de los que mantiene una posición más equilibrada. Aun así, ninguno de ellos se sitúa en lo que llaman el cuadrante vacío: un espacio en el que el progreso en las transiciones sea compatible con unos impactos relativamente reducidos.
"Todos los países nos enfrentamos a la correlación maldita, hoy nos jugamos ya no solamente el futuro, sino también el presente y la supervivencia de millones de personas en el mundo", explicó Maite Serrano, directora de La Coordinadora.
Tal y como revela el estudio, todos los países de la Unión Europea obtienen resultados muy bajos en términos de presiones planetarias y, especialmente, los países que lideran las transiciones. Es decir, países con mejores resultados en las transiciones como Luxemburgo, Finlandia, Irlanda o Suecia, tienden a tener peores resultados en los impactos planetarios. Y, al contrario, los países con menores impactos ecológicos, como Hungría, Bulgaria o Rumanía, tienden a tener peores resultados en las transiciones. Esta contradicción nos lleva a preguntarnos si el modelo europeo de desarrollo es compatible con el desarrollo sostenible del planeta.
Las cuatro correlaciones
Según apunta el estudio, la mayor parte de los países de la UE obtienen un resultado entre 60 y 70 puntos sobre 100 gracias a la aprobación del Pacto Verde. Sin embargo, el abandono de las energías fósiles sigue siendo un tema central de disputa política en Europa. La Comisión Europea tiene como objetivo eliminar la dependencia de los recursos fósiles para 2050, aunque el cumplimiento de este objetivo se enfrenta a la resistencia de algunos países dependientes de los mismos, como Alemania o Polonia, o movimientos y partidos políticos que empujan retrasar su reducción y que podrían obtener un mayor peso en el nuevo ciclo institucional.
En cuanto a la transición socioeconómica, los países procedentes del antiguo bloque soviético presentan peores resultados en la dimensión social a la vez que dinámicas más igualitarias (según el Índice de Palma) y, en el caso de Grecia, España e Italia, las incoherencias son graves en su situación social y de empleo.
Cabe destacar el caso de Alemania, Luxemburgo, Países Bajos y Chipre, cuyos niveles de alta opacidad financiera, facilitan prácticas que socavan recursos públicos dentro y fuera de sus fronteras e impactan de manera muy negativa en la transición socioeconómica.
Por otro lado, el estudio critica la fuerte militarización de determinados países de la UE como punto flaco para avanzar en la transición democrática. La importante industria militar y comercio de armas de un largo listado de países como España, Suecia, Finlandia, Alemania, Italia o Francia -país con la peor puntuación- "no está contribuyendo a un mundo más seguro y en paz", señala.
Por último, el análisis apunta a la transición feminista y la protección de los derechos de las personas LGTBI como una de las cuestiones pendientes en las que se desvela una gran disparidad entre los países europeos: mientras Portugal, Bélgica o Suecia, tienen puntuaciones superiores a los 90 puntos, otros países como Polonia, Hungría o Bulgaria, no superan los 55 puntos.
En esta dimensión, señala el estudio también, solo 9 de los 27 países -Portugal, Bélgica, Suecia, Malta, Finlandia, Irlanda, Italia, Alemania y España- han ratificado el Convenio 189 de la OIT que protege los derechos laborales de las trabajadoras del hogar.
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