La Comunidad Valenciana vivió un episodio de inundaciones súbitas que ha dejado escenas de devastación y asombro. Las imágenes capturadas en los primeros minutos del desastre muestran cómo el lodo, más que el agua, fue el protagonista. Enormes cantidades de barro, ramas, piedras e incluso vehículos fueron arrastrados sin resistencia.
"En unos minutos empezó a venir la avalancha de agua, nadie nos avisó de nada… fue cuestión de segundos", relata muy emocionada María Amparo, vecina de Paiporta. "Bajamos abajo y el agua ya nos venía por aquí", señala mientras se indica la cintura, tratando de contener la emoción al recordar la rapidez y violencia del fenómeno.
Este fenómeno, que los meteorólogos han catalogado como 'flash flood' o subida repentina, afectó incluso a zonas que apenas habían recibido precipitaciones directas, especialmente en áreas aguas abajo de los ríos Turia y Magro. Francisco Cacho, meteorólogo de laSexta, explicó que el caudal del río experimentó una subida de tres metros en tan solo unos momentos, lo que provocó un efecto de cascada.
En Alfafar, la situación no fue menos impactante. Un comerciante local describió cómo el barro se colaba en el establecimiento como un cliente más mientras los trabajadores intentaban resguardarse trepando sobre las cajas registradoras. "Nada, nada, en un ratito pasa", comentaban inicialmente con incredulidad, hasta que el avance imparable del lodo les mostró lo contrario.
José Luis Gallego, divulgador medioambiental, explicó en el programa Al Rojo Vivo que estos fenómenos no son excepcionales en áreas con cauces naturales de los ríos, sobre todo cuando llueve intensamente en sus cabeceras. "No era un agua violenta, no es un agua salvaje. Pero si cae esa masa en la cabecera de los ríos, esa agua va a bajar a la plana porque es su camino natural", sostuvo Gallego.
Estos desastres nos recuerdan la necesidad urgente de replantear cómo construimos y gestionamos nuestro entorno ante la emergencia climática.