En el Portell de Morella, Castellón, todos se preguntan dónde está el médico al llegar a la consulta. Y es que desde hace dos meses no tienen doctor fijo, y el horario de atención se ha reducido. Además, cabe destacar que más de la mitad de la población tiene más de 65 años.
En este sentido, Álvaro Ferrer, alcalde de Portell, señala que los vecinos "no tienen confianza con el médico porque cada día tienen uno y esa empatía que se crea con el tiempo, no existe al no tener uno fijo"
Ahora comparten médico con Cinctorres, la localidad vecina, y todo porque no se cubre la baja de un médico en Forcall, el centro de salud de cabecera. "Si son cinco y ahora cuatro y tienen que hacer diez pueblos, se les amontona el trabajo, e implican mucho tiempo en desplazamientos; y la Administración no se hace cargo de los desplazamientos", manifiesta Fernando Borrás, excoordinador de enfermería de Forcall.
Asimismo, también reclaman ambulancias de soporte básico avanzado, ya que solo hay una en toda la comarca. "Los servicios básicos se encuentran a 70 kilómetros. Reclamamos un servicio vital básico en Forcall para poder llegar al enfermo en 20 minutos, y no en una hora como ahora", afirma Francisco Artola, miembro del CSIF de Sanidad de Castellón.
También está cerrado el consultorio de Vallibona, un pueblo de apenas 60 habitantes que lleva seis meses sin médico oficial. El que tenían sacó plaza en Morella, a 40 minutos, y desde entonces su plaza no se ha cubierto, aunque han tenido la suerte de que este médico continúa residiendo en el pueblo, y cuando termina de pasar consulta en Morella, regresa a casa y ayuda a los vecinos que lo necesitan.
Si surge alguna urgencia, los vecinos tienen que desplazarse a Morella, 30 kilómetros por unas carreteras sinuosas con numerosos puertos de montaña. Los sanitarios de la comarca no dan abasto, mientras que los vecinos, acostumbrados al olvido, se la juegan ante una emergencia en plena pandemia.

A 150 kilómetros por hora
13 de años de prisión para el kamikaze que mató a una menor circulando en sentido contrario
Seis minutos de horror El kamikaze iba al volante de un coche, drogado y borracho, conduciendo a 150 kilómetros por hora en sentido contrario durante 12 kilómetros por una carretera de Barcelona. Impactó contra otro coche en el que iba Meritxell con su padre, su prima y una amiga. La joven de 17 años murió.