Chloe Partridge es una joven madre estadounidense que ha vivido un auténtico calvario al ver fallecer a su bebé tras dar a luz y sin posibilidad de abortar. A las 23 semanas de embarazo supo que la niña tenía una malformación cerebral incompatible con la vida y nunca podría respirar por sí misma.
Impactada con el diagnóstico, la mujer decidió abortar. Sin embargo, en ese momento el Tribunal Supremo de Estados Unidos retiró la protección a ese derecho fundamental, por lo que Chloe ya no tenía permitido abortar en Arizona. Debido a estas circunstancias planeó viajar a otro estado, pero la clínica se "echó atrás", como ella misma relata. "Dijeron -desde el centro- que la gente -los antiabortistas- los llamaban y amenazaban, por lo que tuve que seguir embarazada", explica la mujer, como puede observarse en el vídeo superior.
El día del nacimiento madre e hija estuvieron piel con piel, viviendo así un momento tan especial como difícil: la madre sabía que esos primeros momentos con la pequeña también eran los últimos. Finalmente Laila falleció 44 horas después del parto. La madre, sin embargo, ha quedado marcada por unos hechos que, denuncia, se podrían haber evitado permitiéndole abortar.
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