"Tenía como un diablo dentro", ha declarado este lunes el hombre que en junio de 2016 asesinó en Alcudia (Mallorca) a su expareja quemándola tras rociarla con gasolina y provocó heridas al hijo común de 22 meses.
El detenido ha firmado un acuerdo con las acusaciones para ser condenado a 30 años y 8 meses de prisión. El pacto de conformidad de la defensa del procesado ha supuesto la rebaja de la petición de cárcel de 39 a 30 años, al calificarse los daños al bebé como un de incendio con peligro para la vida en lugar de una tentativa de asesinato, como había sostenido antes la Fiscalía.
No obstante, el acusado, de 41 años, ha manifestado ante el tribunal del jurado que su intención no era matar a su expareja, sino "marcarla" quemándola después de que ella le anunciara la víspera que quería romper la relación.
"Se me fue de las manos", se ha justificado el presunto asesino, quien ha explicado que su motivación era que la mujer le había dicho que había iniciado otra relación y que él, que se ha confesado alcohólico, no quería que su hijo creciera con otro hombre.
"Aunque no pone la verdad de todo, me da igual, lo firmo", ha sostenido el procesado respecto al acuerdo que ha rubricado. Con la cabeza cubierta por una capucha, el hombre ha contado que a primera hora de la mañana del 28 de junio de 2016, tras una noche consumiendo alcohol y drogas, llegó a la casa que habitaba junto a la que había sido su pareja, entró dando una patada a una puerta y se dirigió al dormitorio donde la madre descansaba con su hijo.
La mujer salió a su encuentro y él le echó encima el litro de gasolina que había comprado de camino a la vivienda mientras con la otra mano le prendía fuego con un mechero, según ha relatado el agresor. Ha explicado también que, envuelta en llamas, la víctima se tiró sobre la cama rodando para tratar de apagar el fuego y él apartó al niño echándolo sobre un sofá y salió para buscar agua. "No quería asesinarla", ha declarado.
La mujer acabó huyendo con su hijo en brazos por una ventana, subió a su coche y condujo hasta la casa de sus padres, situada en las inmediaciones. Sufrió quemaduras de segundo grado en el 80 % del cuerpo por las que murió días después en el hospital Vall d'Hebron de Barcelona. El niño se quemó el 10 % de la piel.
El acusado, que ha asegurado que llegó a coger a su hijo en brazos y se despidió de él sabiendo las consecuencias de su acto, ha apuntado que tenía intención de suicidarse, aunque ha admitido también que cuando llegó la policía, avisada por una vecina, estaba tomando una cerveza.
Además de las penas de cárcel que suman 30 años y 8 meses, las acusaciones, de acuerdo con la defensa del procesado, reclaman que se decrete contra el presunto asesino el alejamiento de su hijo y la prohibición de comunicarse con él durante 25 años.
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También piden que la condena incluya para el niño una indemnización de 99.000 euros, de 44.000 euros para cada uno de los padres de la víctima y 13.780 euros por los desperfectos para los propietarios de la vivienda afectada por el fuego.
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