Llegan, estudian y trabajan
Ni delincuentes ni mantenidos: el 80% de los jóvenes tutelados estudia o trabaja mientras algunos insisten en criminalizarlos
La otra cara Frente a un discurso político que los criminaliza, los datos desmontan el mito: la mayoría de los menores extranjeros no acompañados en España lucha por salir adelante con esfuerzo y sin apenas ayudas.

Resumen IA supervisado
A pesar de que algunos políticos continúan asociando a los menores extranjeros no acompañados con la delincuencia, los datos muestran una realidad diferente: ocho de cada diez jóvenes tutelados en España trabajan, estudian o ambas cosas. Ejemplos como el de Thierno Diallo, que llegó a España con 17 años y ahora estudia para ser educador social, o Ibrahima, quien en dos años aprendió español y aprobó la ESO, demuestran su esfuerzo.
* Resumen supervisado por periodistas.
Mientras algunos políticos siguen vinculando a los menores extranjeros no acompañados con la delincuencia y la inseguridad, los datos desmienten ese discurso: ocho de cada diez jóvenes tutelados en España trabajan, estudian o ambas cosas. Frente al relato del miedo, su historia es la del esfuerzo y la superación.
Thierno Diallo llegó en patera a Canarias con 17 años, solo y sin recursos. En apenas un año y medio, ya trabaja y estudia con el objetivo de convertirse en educador social.
Un caso similar es el de Ibrahima, de 18 años. Llegó hace dos años sin hablar español y hoy no solo domina el idioma, sino que ha conseguido sacarse tercero y cuarto de la ESO en solo un curso. Ahora estudia un módulo de enfermería. "Ha sido difícil, pero cuando quieres, puedes", asegura.
No son casos aislados. Según los datos, de cada diez jóvenes tutelados, cuatro trabajan, tres estudian y dos hacen ambas cosas. Son los llamados sisi: si trabajan y si estudian. Sin embargo, su realidad apena ocupa titulares.
Más presión, menos ayudas
A pesar de los obstáculos, estos jóvenes se ven obligados a asumir más responsabilidades que cualquier otro de su edad. "Se les exige más, tienen que estudiar y trabajar para emanciparse", explica Igor Sánchez, vicepresidente de FEPA.
Además, el argumento de que "viven de ayudas" se desmorona con los datos: menos de uno de cada diez accede al ingreso mínimo vital. "Es todo lo contrario: vienen con ganas de aprender y trabajar", subraya Jesús Iglesias, director del Centro de Protección de San Aníbal.
Un discurso que alimenta el odio
Mientras estos jóvenes luchan por su futuro, el discurso político sigue criminalizándolos. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha vuelto a deslizar la idea de que estos menores "ponen en peligro la seguridad de las calles". Un mensaje que se repite a pesar de que no existen datos que lo respalden.
"Sí estudian, si trabajan. Además, desde una edad muy temprana y muy rápido", señala Anabel Mesa, trabajadora social. Pero estas historias de esfuerzo apenas aparecen en el debate público.