Los 82 participantes participantes del descenso del Sella adaptado son el claro ejemplo de que si se quiere, se puede. Tras meterse en las canoas, se ajustan el chaleco y se lanzan al río Sella para romper barreras. Tienen por delante 15 kilómetros de descenso en los que la deportividad y, sobre todo, la inclusión son los protagonistas.

"Esto es un subidón importante para nosotros", expresa Rosa, quien, tras su lesión medular, empezó a participar en estos eventos adaptados. La mujer dice que "es magnífico" poder tener un día para ellos "y poderlo disfrutar".

"Es como una terapia para mi", destaca un joven, mientras que una mujer celebra el acto "da muchas dosis de libertad; el controlar la piragua y poder ir derecha, izquierda, más deprisa o más despacio". Se cumplen 23 años de una cita que se ha consolidado como un referente y sigue sumando participantes como Julen, quien cuenta que su lesión "es bastante reciente", por lo que el año pasado no pudo ir. Sin embargo, este año está "a tope".

Palada a palada, los participantes llegan al final de un recorrido en el que con y sin discapacidad todos han remado a favor de la inclusión. "Esto antes era un descenso más de amigos, mientras que ha ido tomando un cariz más nacional o internacional", subraya José Alberto Álvarez, presidente del Comité Organizador del Sella.